HALUROS DE PLATA Y CILINDROS DE CERA COMO CONSUELOS FRENTE A LA MUERTE

Son gotas que cambian constantemente, pero al ver un arco iris creemos percibir una imagen fija, siempre idéntica a sí misma. Son proteínas que crean carne y huesos y se modifican sin solución de continuidad, pero al ver un cuerpo vivo creemos percibir una unidad sustancial que se mantiene a lo largo del tiempo recibiendo cambios accidentales. Nuestra esencia es el cambio, un constante dejar de ser para seguir siendo. Una sucesión ininterrumpida, mecánica, imparable, inasible. Así, nuestra identidad es mera ilusión, un espejismo que se nos escurre de las manos, un ser que es siendo presente y si se quiere detener o mencionar es ya, irremediablemente, siempre pasado. Bioy lloró nuestra condición efímera y nos regaló como consuelo la ilusión de la posibilidad de una máquina que podía captar y grabar como ondas sutiles todas las sensaciones que de un cuerpo percibimos: así como una radio que emite un concierto, los cuerpos podían para Morel - el inventor imaginario de nuestro escritor - ser entendidos como estaciones difusoras de ondas visuales, auditivas, olfativas, táctiles, gustativas. Al captar todas estas manifestaciones se reproducían completamente las personas mismas: no seríamos más que lo que se puede percibir de nosotros. 

Lamentablemente, la ficción supera a la realidad. Lo táctil, lo olfativo y lo gustativo no pueden copiarse, no pueden reproducirse, pues en la posibilidad de tener estas sensaciones está implicado el contar con partes de los cuerpos mismos. Oler el perfume que surge del cuello de nuestra amada es incorporar y decodificar moléculas que se desprenden de ella, en fina mezcla con moléculas de su piel. Reconocer a alguien a través del tacto supone una relación directa con su materialidad. El artificio de Bioy es, entonces, imposible: nunca podríamos reproducir todas las sensaciones que obtenemos de una persona sin la persona misma. 

Pero la humanidad ha pergeñado bálsamos técnicos para doblegar la desaparición, la nada y el olvido. Cuando vemos y cuando oímos no necesitamos quedarnos con partes de las personas mismas: necesitamos sólo el impacto del reflejo de la luz sobre nuestras pupilas y al aire sobre nuestros oídos. No trozos sutiles de materia de los otros, tan sólo el efecto de los otros sobre el mundo. Así la fotografía y la fotografía repetida veinticuatro veces por segundo que es el cine. Así la chance de grabar el ruido, el sonido, las voces, la música. El ingenio ha pasado por su tamiz al tiempo sin poder retener totalmente el oro del presente, pero atrapando entre su malla a la imagen y a la voz. Cuando somos fotografiados algo queda de nosotros, de nuestra corporeidad, de la acción de nuestra voluntad sobre el mundo. Una parte de las que componen cada ahora no vence a la lógica para pasar del ser al no-ser-ya-nunca-más. Es poca cosa. Pero poco es mucho más que nada. 

Dos que admiramos y que muchos pudimos pensar como definitivamente tragados por el vacío del olvido, quemaron con su luz haluros de plata o labraron surcos sobre un cilindro de cera, para dejar una huella que doblara el brazo a un orden de cosas esquivo a la permanencia, al infinito, a la eternidad… 







PD: Ver este tipo de testimonios fílmicos y auditivos me hace patentizar la finitud humana, me hace sentir que las figuras del pasado no fueron sólo frías firmas en libros, sino hombres de carne y hueso. Hombres que, como cada uno de nosotros, se encontraron arrojados a la vida sin red ni garantías. Hombres que hubieran querido seguir vivos, hombres que sufrieron el desgarro inevitable que es la muerte. Hombres. Y entonces extiendo el influjo de aquella frase que nos traía Unamuno al iniciar su Del sentimiento trágico de la vida: "Nada de lo humano me es ajeno" no habla ya de mis contemporáneos, no habla de las personas que conozco o que pudiera haber conocido, habla del hombre como una manifestación sempiterna, del hombre que presenció el alba de la cultura al tiempo que de aquel otro aún no nacido que será testigo del fin de los tiempos. Ahora entiendo que son uno y el mismo. Les dejo un link muy impactante. El primer sonido grabado de la historia, la primera huella física de un humano en vida que pudo contra el tiempo: http://www.publico.es/ciencias/063950/primer/sonido/jamas/grabado

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